Venga, alegren esas caras, arriba el
ánimo, que esto ya está superado. Lo ha dicho el Ministro de Hacienda, con esa
sonrisa roedórica tan suya: somos la admiración del mundo. Ahí es nada. Tenemos
al planeta patitieso por la espectacular recuperación de nuestra economía. Así
que ya está bien de echar pitillos a la puerta del negocio a la espera de que
entre alguien y de esas miradas lánguidas que dicen “vamos, cómprame algo”. El
espíritu negativo, la negrura de pensamiento y el derrotismo son cosa del
pasado. Hay que adaptarse a la nueva coyuntura, la de los días de vino y rosas
que están al caer, aunque ustedes no lo acaben de creer.
Montoro asegura que las tornas han
cambiado, que ya no pintan bastos sino oros, que vuelve a manar el dinero. Por
ello, hay que cambiar inmediatamente de actitud. Mañana mismo, salten de la
cama cual resortes, pónganse guapos a más no poder y échense a la calle como
hacen los triunfadores, paso decidido, planta erguida, barbilla al cielo y
sonrisa profidén. Y abran las puertas de sus establecimientos con la convicción
de que la catarata de clientes está a la vuelta de la esquina.
Y ya se lo he dicho a Aníbal, que se venga
arriba, que lo ordena el Ministro, que aunque aún no lo veamos, se nos
comienzan a llenar los bolsillos de euros. Y no podemos seguir así,
enfurruñados, deprimidos y de brazos cruzados. Extendámoslos para atrapar todos
esos billetes que andan por ahí buscando nuevos propietarios. Bueno, y estoy
seguro de que si no fuera porque para pagar la impresionante deuda municipal se
está empleando casi toda la caja, estoy seguro de que el Alcalde se uniría al
festolín de Montoro y daría saltos de júbilo.
Yo es que es ver al Ministro de
Hacienda y entrarme una alegría en el cuerpo cosa fina. Y si encima tiene el
día chistoso, graciosete y estupendo de la muerte, es que me troncho. Y,
automáticamente, comienzo a percibir la vida de otro color, paso del gris plomo
al full HD y se me van de la cabeza las aglomeraciones en los comedores
sociales, los desahucios, los niños desnutridos y las colas del paro. Cómo
sería España sin individuos como Montoro. Da miedo imaginarlo.
LNE de Las Cuencas 14/7/2014
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