lunes, 14 de julio de 2014

LA ADMIRACIÓN DEL MUNDO



Venga, alegren esas caras, arriba el ánimo, que esto ya está superado. Lo ha dicho el Ministro de Hacienda, con esa sonrisa roedórica tan suya: somos la admiración del mundo. Ahí es nada. Tenemos al planeta patitieso por la espectacular recuperación de nuestra economía. Así que ya está bien de echar pitillos a la puerta del negocio a la espera de que entre alguien y de esas miradas lánguidas que dicen “vamos, cómprame algo”. El espíritu negativo, la negrura de pensamiento y el derrotismo son cosa del pasado. Hay que adaptarse a la nueva coyuntura, la de los días de vino y rosas que están al caer, aunque ustedes no lo acaben de creer.
Montoro asegura que las tornas han cambiado, que ya no pintan bastos sino oros, que vuelve a manar el dinero. Por ello, hay que cambiar inmediatamente de actitud. Mañana mismo, salten de la cama cual resortes, pónganse guapos a más no poder y échense a la calle como hacen los triunfadores, paso decidido, planta erguida, barbilla al cielo y sonrisa profidén. Y abran las puertas de sus establecimientos con la convicción de que la catarata de clientes está a la vuelta de la esquina.
Y ya se lo he dicho a Aníbal, que se venga arriba, que lo ordena el Ministro, que aunque aún no lo veamos, se nos comienzan a llenar los bolsillos de euros. Y no podemos seguir así, enfurruñados, deprimidos y de brazos cruzados. Extendámoslos para atrapar todos esos billetes que andan por ahí buscando nuevos propietarios. Bueno, y estoy seguro de que si no fuera porque para pagar la impresionante deuda municipal se está empleando casi toda la caja, estoy seguro de que el Alcalde se uniría al festolín de Montoro y daría saltos de júbilo.
Yo es que es ver al Ministro de Hacienda y entrarme una alegría en el cuerpo cosa fina. Y si encima tiene el día chistoso, graciosete y estupendo de la muerte, es que me troncho. Y, automáticamente, comienzo a percibir la vida de otro color, paso del gris plomo al full HD y se me van de la cabeza las aglomeraciones en los comedores sociales, los desahucios, los niños desnutridos y las colas del paro. Cómo sería España sin individuos como Montoro. Da miedo imaginarlo.

LNE de Las Cuencas 14/7/2014


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