Pero hombre, no me
fastidies. A santo de qué viene ahora la bobada de ponerse a investigar los
resultados de la inversión de 18000 millones de euros en las comarcas mineras
españolas. Lo hecho, hecho está y ya no tiene remedio. Desconozco lo sucedido
en otros lugares, pero aquí pasó lo que tenía que pasar. Ya lo dijo Victor
Chernomirdin, el que fuera primer ministro ruso en tiempos de Boris Yeltsin:
"Quisimos hacerlo bien y nos salió como siempre". Pues eso, que mejor
si lo dejamos estar. A saber a quién se le ha ocurrido semejante genialidad.
Estudiar para qué sirvió todo aquel montón de dinero. A buenas horas. Y
esperemos que los fisgones no sean de estos europeos del norte, calvinistas
tiquismiquis que no entienden que entre el resultado previsto y el final pueda
haber, digamos, variaciones. Y que es posible que el dinero llegue a evaporarse
sin que necesariamente alguien se lo haya metido en el bolsillo. Unos
empresarios ejemplares, unos planificadores de inquebrantable conciencia
social, una cierta ligereza a la hora de aflojar la mosca y ya está: unos
millones que se volatilizan. ¿Se consiguió algo, además de perder el dinero?
Pues no, pero son cosas que pasan y no hay por qué culpar a nadie. Se hizo lo
que se pudo y no hay más que rascar. Si la planificación hubiera sido más
profesional, si los autores de la misma hubieran sido algo más competentes, si
los que aprobaban y financiaban los proyectos hubieran sido más exigentes, si,
si, si.
Pero como no fue el caso, qué sentido tiene ponerse ahora a remover el tema, a no ser que busquen aprender y corregir de cara al futuro. ¿Quienes tomaron las decisiones? Pues el resultado está en consonancia. Los milagros, en Lourdes.
A ver si estos fulanos se lanzan a hacer preguntas incómodas y a rebuscar entre los papeles. No jorobes. Además, tenían que haber sabido que no se le pueden pedir peras al olmo. Así que no nos vengan ahora con recriminaciones. Haberlo pensado antes. ¿Saben lo que consiguieron? Que nos pasemos la vida echando de menos la mina, convencidos de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y encima, no contentos con ello, se proponen escarbar en nuestras cosas. Debería darles vergüenza.
Pero como no fue el caso, qué sentido tiene ponerse ahora a remover el tema, a no ser que busquen aprender y corregir de cara al futuro. ¿Quienes tomaron las decisiones? Pues el resultado está en consonancia. Los milagros, en Lourdes.
A ver si estos fulanos se lanzan a hacer preguntas incómodas y a rebuscar entre los papeles. No jorobes. Además, tenían que haber sabido que no se le pueden pedir peras al olmo. Así que no nos vengan ahora con recriminaciones. Haberlo pensado antes. ¿Saben lo que consiguieron? Que nos pasemos la vida echando de menos la mina, convencidos de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Y encima, no contentos con ello, se proponen escarbar en nuestras cosas. Debería darles vergüenza.
Publicado en LNE de Las Cuencas el 19/6/2014
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