Con la experiencia que dan treinta y seis años de monarquía, a ver, ¿quién querría ser rey? Un servidor, desde luego que no. Porque no se conoce español que haya sufrido más accidentes laborales – y me vienen a la memoria los pasquines que años atrás aireaba el emecé, cargados de ingenio y humor, cada vez que Su Majestad pasaba por traumatología: “Probe, en una destas va matásenos”-. Estamos ante una profesión de alto riesgo, de las que merecen un coeficiente reductor como para retirarse nada más hacer la Primera Comunión.
Y después están los disgustos que da la parentela política. Porque los de pata negra siempre saben guardar las apariencias. Pero cuñados, yernos, nueras… Como para meterse en la cama y no pegar ojo noche tras noche.
Gran parte de los súbditos convencidos de que ser rey significaba pegarse la vida padre y va a resultar que si nos preguntaran, ni el tato se pondría en su lugar. Nosotros preocupados por si la pasta llegará para cuando nos jubilemos y tenemos un monarca que, conforme envejece, le crecen los problemas alrededor, que a saber si llega a cobrar la pensión como se le sigan torciendo las cosas.
Tiene bemoles que el pobre hombre se haya pasado la vida poniendo buena cara, aguantando rollos patateros, políticos que van de listos, desfiles y más desfiles, millones de horas de discursos soporíferos, ceremonias inacabables, viajes agotadores, hasta llevar la bandera tricolor al borde de la extinción, que un yerno con los dedos muy largos echa a perder todo lo sembrado. Lo del otro, dedicado en cuerpo y alma a presenciar desfiles de moda, no causó mayores trastornos. La discreción marca de la casa, un poquito de distancia, y puerta. Y lo de la princesa desnutrida y lánguida, pues qué le vamos a hacer, que la chica no es de pitanzas. Pero la que está liando éste no tiene pinta de pasar así como así. Muchos negocios, muchos millones y demasiada proximidad con la Zarzuela.
Al final, va a resultar que los que gritan lo de que España mañana será republicana, de ver cumplida su aspiración le estarían haciendo un gran favor al Rey. Hala, que el sacrificio lo haga otro. Verán como los voluntarios salen por patas.
Publicado LNE 03/12/2011
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