viernes, 16 de diciembre de 2011

SABOTAJE

Tenemos saboteadores dentro de la plantilla del Ayuntamiento de Mieres. Son esos que rompen los aparatos para que los empleados municipales fichen. Ya van tres, a 600 euros la unidad, echen números y cabréense. Confío en que den con los delincuentes, los pongan de patitas en la calle, los procesen por delito de daños y les hagan pagar por ello.
No nos podemos permitir estas garrapatas chupándonos la sangre. Hay que sacudírselas de encima y desprenderse de esos bichos asquerosos. Porque, con los problemas que tenemos para mantener la marcha, se hace imprescindible liberar al Ayuntamiento de aquellos que desde dentro reman en contra, sin importarles los perjuicios que puedan ocasionar.
Quiero suponer que estos boicoteadores no son residentes en Mieres porque, de lo contrario, como sean descubiertos, más les vale hacer las maletas. Y es que, si los que nos hacen daño son, para más inri, vecinos nuestros, no deberían atreverse a poner un pie en la calle hasta haber  reparado el estropicio.
Y todo por no fichar, para que no se puedan controlar sus incumplimientos, para continuar sin dar golpe, entrando y saliendo cuando les sale de las narices, cobrando lo debido o más pero currando poco o nada. Y siempre en perjuicio de los mierenses y de sus propios compañeros. Porque los autores de los sabotajes son pocos, dos o tres tipejos como mucho, un número insignificante comparado con los más de cuatrocientos empleados municipales. Pero sus acciones delictivas ponen una vez más al colectivo entero en el candelero. Y, como se suele decir, “ya que la niña es bonita, me la visten de colorao”. Para qué queremos más: un convenio que –así será de acojonante- lo denuncia la empresa y no los sindicatos, unos costes de personal difícilmente asumibles y, encima, a unos cuantos les parece fatal tener que fichar.
Por último, pero no menos alucinante, tenemos las tibias declaraciones políticas, para que nadie se moleste, y que explican claramente cómo es posible que se haya llegado hasta aquí. ¡Pues claro que no se puede responsabilizar a toda la plantilla! Pero es evidente que dentro de ella se ocultan los autores y encubridores. Y tienen que caer. 
Como cantaba Leño, “corre, corre, que te van a echar el guante”.   

Publicado LNE 09/12/2011

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