viernes, 16 de diciembre de 2011

ANDAMIOS VACÍOS

Me ha llamado Tico. Sigue en el sur, cuidando a su madre y buscando trabajo cada vez más desesperadamente. Me cuenta que todas las mañanas sale a dejarse ver por las decenas de urbanizaciones vacías y a medio hacer que yacen cerca de la costa, por si en algún momento salta la liebre y se encuentra con alguna oportunidad. Por ahora, cero. Y el paro se agota. Se ve viviendo de la pensión de viudedad de su madre. Y que dure. Para los obreros de la construcción no hay prejubilaciones, ni nada que se le parezca mínimamente. El sector se ha venido abajo, el trabajo se terminó, a la calle. Decenas de miles de currantes se han quedado en paro y con escasas posibilidades de volver a la actividad. Porque a la construcción fue mucha gente con poca formación, sin titulación, que a ver cómo demonios se la compone para colocarse de nuevo.
“Si estuviéramos la cuarta parte de unidos que los mineros, otro gallo cantaría” –se lamenta, recordando lo que vio en los años en que trabajó en Asturias. “Si los millares de afectados nos organizáramos, con la agonía que estamos pasando y tal como está la gente, que no tiene casi nada que perder, montamos un pollo que ponemos el país patas arriba. Ríete de las huelgas mineras”.
Me explica Tico que el sector está abatido y desunido. Cada uno se busca una salida por su cuenta, para salir del paso y tirar una semana más. Porque las facturas siguen llegando, los niños comen, necesitan libros y cuadernos y, aunque los gastos se han reducido a lo imprescindible, a la mayoría no le alcanza. Y esta situación les ha llevado al olvido social. Porque se habla, y mucho, de la banca, de los hipotecados desahuciados, de los recortes, pero casi nadie se pregunta qué fue de todos aquellos obreros que hace cinco años subían y bajaban por los andamios omnipresentes en el paisaje español. Hoy, esos andamios están vacíos, acumulando polvo. Y los que trabajaban en ellos, en la calle.
“La cosa está chunga” –reconoce Tico. “Pero podría ser peor. Que se lo pregunten a los inmigrantes”. El que no se consuela es porque no quiere.

Publicado LNE 28/11/2011

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