miércoles, 2 de noviembre de 2011

PÁNICO INJUSTIFICADO

¿Recuerdan el movidón a cuenta de la prohibición de fumar en bares y restaurantes? De eso hace menos de un año y fueron muchos los que vaticinaron catástrofes, rebeliones de las masas fumadoras, desaparición de cientos de miles de chigres, algaradas callejeras e infinitos desastres que nos conducirían a todos a la miseria más absoluta. ¿Y qué pasó? Pues poca cosa, la verdad. Algo de síndrome de abstinencia los primeros días y, después, la normalidad.
Y es que los descreídos adictos a la nicotina no repararon en que Winston, el dios del fumeque, les echaría una manita en forma de buen tiempo. Fue entrar en vigor la temida prohibición y ponerse a hacer sol día tras día, con la excepción del verano. Y con el sol, las terrazas de bote en bote, para regocijo del gremio hostelero. Y en las terracitas, pitillo va, pitillo viene, como si nada hubiera sucedido. Y tan ricamente. Cielos despejados y clima templado para poder disfrutar de cartones y más cartones de tabaco.
Hoy podemos afirmar que a finales del año pasado se generó una alarma carente de fundamento que provocó un pánico colectivo totalmente injustificado. Incluso yo mismo, que no fumo, estaba atacado de los nervios. Qué estrés tan espantoso. Recuerdo a la gente fumando compulsivamente dentro de los bares a pocas horas de la entrada en vigor de la cruel norma. En el Vende había que acceder con los faros antiniebla prendidos si querías localizar a la cuadrilla. Y en Nochevieja vi a individuos pegándole caladas a tres y cuatro cigarrillos a la vez, contando las horas restantes de libertad.
Fue algo similar a lo acontecido con el camelo de la gripe A: alarma de hecatombe, acojono general, vacunas a tutiplén para, finalmente, ná de ná.
Y es que nos gusta ser vencidos por el pánico, anticipar horrores que después no suceden, predecir calamidades sin fundamento y ponernos en lo peor, por si acaso.
El otro día, una amiga se me vino encima completamente alterada. Acababa de leer en el periódico que el Ayuntamiento de Mieres está estudiando la posibilidad de peatonalizar la calle Manuel Llaneza. Y ella ya se veía sacando el coche de la cochera a pulso. Más pánico.


Publicado LNE 21/10/2011

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