jueves, 31 de octubre de 2019

EN ASTURIANO




Hay una teoría jurídica que entiende que la aplicación estricta de toda la normativa que afecta a una sociedad lleva a ésta al colapso. O sea, que si cumpliéramos al pie de la letra cada una de las miles de normas y, además, la autoridad nos exigiera constantemente ese íntegro cumplimiento, adiós muy buenas.
El bochornoso incidente de la consejera de Cultura, Berta Piñán, a la que se impidió hacer su discurso en asturiano en la Junta del Principado es un ejemplo de lo antedicho, del despropósito al que se puede llegar cuando alguien se pone rígido en el cumplimiento de la ley –de alguna ley, porque sobre otras no se aplica la misma tensión-.
Objetivamente, que en el parlamento de Asturias no se pueda hablar en asturiano es una soberana idiotez. Entendería la queja si el suceso aconteciera en Murcia o Canarias. ¡Pero en Asturias! Es más, la argumentación de una supuesta falta de comprensión por parte de la bancada de la derecha, lo que haría necesaria intervención de traductores, deja en un penoso lugar a los autores de la reclamación: asturianos en Asturias que no entienden –ni quieren entender- el asturiano. Hace falta ser palurdos.
Sea oficial o no, lo mínimo exigible a un parlamentario asturiano es un correcto conocimiento de la lengua autóctona o, al menos, el propósito de ello. Pero despreciar la lengua de tu tierra de la manera en que se acaba de hacer es un acto miserable que dibuja con gran precisión la mentalidad de los prohibicionistas: la carcundia personificada.
Que en Asturias alguien, incluidos los parlamentarios y miembros del Gobierno, se exprese en asturiano debería ser tomado con absoluta normalidad y es problema del oyente –que dice no entender nada- su falta de comprensión. Que yo más bien creo que se trata de falta de entendederas.
Qué cortedad mental. Qué ganas de polemizar mientras Asturias se va diluyendo como un azucarillo. Qué pena que algo así, hablar en asturiano en Asturias, pueda ser prohibido. ¡Ay si fueran tan escrupulosos con todo el cuerpo normativo!

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 6/10/2019

martes, 29 de octubre de 2019

AUTONOMÍAS




Es desconcertante. Si te declaras contrario al régimen autonómico, de inmediato, la autoproclamada progresía te tilda de facha. Sin embargo, cada vez son más las voces que, desde ese mismo progresismo, cuestionan la extraña deriva de este tinglado. Ahora comienzan a caer en la cuenta de que 17 sistemas de salud distintos son una majadería. Y más aún cuando compiten entre sí. Y mentes muy avanzadas se atreven a manifestar que deberíamos caminar hacia la armonización fiscal de todo el territorio nacional –que tuvimos y nos cargamos “progresistamente”- porque tal como estamos hoy, las desigualdades e injusticias por razón del territorio crecen. Acabo de escuchar a otro destacado progresista quejarse del desmadre normativo, con 17 legislaciones distintas y, a menudo, contradictorias. Las perversas consecuencias de dejar la educación en manos de los virreyes regionales ahí están. Y ya sólo nos faltaba trocear la caja común de la Seguridad Social.
Es posible que, como las mareas, la expansión competencial de las comunidades autónomas ya haya tocado contra el rompeolas. Y los resultados comienzan a hacer cada día más aconsejable un repliegue hacia un modelo más uniforme, llamémosle centralista. Para que el régimen autonómico funcione hace falta mucha sensatez en demasiados puestos de poder, lo cual es estadísticamente improbable.
Como comprenderán, a estas alturas me importa un bledo cómo me califiquen, pero tengo meridianamente claro que este modelo se nos fue de las manos. Lo que en su momento se ideó para mejorar la vida de los españoles, intercalando un sistema político y administrativo entre el “distante” Estado y las calles del pueblo, ha demostrado ser un invento escasamente útil, carísimo y con una terca tendencia a la separación, a la diferenciación, lo que en el orden práctico de la vida se ha concretado en un galimatías burocrático, estúpido y perjudicial.
De verdad, visto lo visto, para llegar donde hemos llegado, mejor habernos quedado como estábamos. Las autonomías no trajeron más libertad, ni más democracia, ni más eficacia, ni más justicia. Y, en vez de caminar hacia una unidad armónica, logramos estar cada día más divididos, lo que nos debilita y empobrece.

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 1/10/2019


jueves, 24 de octubre de 2019

QUÉ ME IMPORTA




Lo percibo con claridad: tengo una edad muy chunga. Aún no tengo que ir al váter cada cinco minutos pero me estoy haciendo de un “repunante” que no veas. (Mensaje a los no asturianos: “repunante” no es lo mismo que “repugnante”). Cada día me sienta peor que me digan, sin haberlo solicitado, qué tengo que hacer y cómo, qué es lo que me conviene, que me interroguen, que adónde vas, que de dónde vienes, que cuestionen lo que me gusta. La irritante costumbre de meter las narices en las vidas ajenas me trae a mal traer. Tiempo atrás me daba igual, el año pasado me fastidiaba pero lo hacía resbalar, como el que oye llover, pero hoy me revienta hasta tal punto que estoy en disposición, incluso ansioso, de comenzar a mandar a hacer gárgaras a los entrometidos. “A ti qué te importa”, es una de las frases más acertados.
Anoche, aprovechando que no había reunión de la tertulia del contenedor, me metí a hacer limpieza en el facebook, comenzando por los tostones que han retomado sus personales campañas electorales. Llevo muy mal que me digan lo que tengo que votar. Un clic y todos han quedado mudos, como en un limbo cibernético. Un pequeño placer. Un alivio para la mente.
Si yo no obligo a nadie a leer lo que escribo, ni fuera del estricto ámbito profesional tengo el menor interés en saber qué, cómo, cuándo, dónde ni por qué de las vidas de otros, qué menos que reclamar una mínima reciprocidad.
Nos sobran cotillas, chismosos y meticones, cuya función dentro de la sociedad es similar a la de las ortigas: sirven para poco pero molestan mucho. ¿Tan difícil es que cada uno se ocupe de sus propios asuntos y, si no es llamado a ello, deje en paz la vida de los demás? Pues parece ser que sí, que es la mar de complicado. Y a las pruebas me remito. 
Creo que nos falta hacernos esa pregunta: ¿A mí qué me importa? Y, si nos respondiéramos con sinceridad actuaríamos en consecuencia. 

LA NUEVA ESPAÑA DE LAS CUENCAS 19/9/2019