Vuelve mi tía Pilar de Covadonga absolutamente emocionada. Un día de una claridad total, de cielos azules, de refrescante aire del nordeste. La cueva, la Virgen, la basílica, los lagos, les vaques, todo. Ella, que vive en Las Palmas, está sobrecogida por nuestra naturaleza espectacular y frondosa, por los valles y los picos, los prados y las playas, los escarpados acantilados y las suaves colinas. Y la comida. Qué rico está todo. Qué olores. Qué sabores insuperables. Y me muestra orgullosa su adquisición en el Real Sitio. Una pequeña medalla de nuestra Virgen con la letra del himno y la pera limonera. Made in Canadá. Tiene bemoles que los suvenires del lugar más representativo de Asturias estén fabricados fuera. Ni eso somos capaces de hacer. De la sidra, el líquido y gracias. Ni los cascos de vidrio, ni los corchos, ni nada más. La mayoría de los centollos, del Mar del Norte. Chapa, la que quieras, por kilómetros, pero ni una lavadora, ni un coche, ni una lata. Ni equipamiento de minería. Ni aperos de pesca. Ni material de montañismo. Ni calzado para pisar nuestros senderos. Ni paraguas. Ni envases para conservar las delicias que brotan de nuestro suelo. Siempre fuimos de sector primario y de ahí no nos saca nadie. Empleados y nada más que empleados. Eso del valor añadido, el riesgo empresarial, la iniciativa privada, no va con nosotros. Ahí están Covadonga y su Virgen galana. Guapo, guapo, requeteguapo. Pero que los recuerdos los hagan los canadienses, los chinos o quien sea. Menos los asturianos. Hasta ahí podíamos llegar. A verlas venir estamos más a gusto. A ver si nos cae algo. Y a quejarnos de lo que no llega. De lo que no hacemos, que es prácticamente todo, mejor callar.
No le digo nada a mi tía Pilar. No es plan de pincharle el subidón de Covadonga que trae. Qué importancia tiene de dónde venga la medallita de marras. Pequeñina, galana y canadiense. Son las curiosidades de la aldea global. Que inventen otros; que curren los de fuera; que fabriquen los extranjeros, que madruguen los de ojos claros y lenguas ásperas. Lo nuestro es otra cosa. No se sabe qué, pero otra cosa.
Publicado en La Nueva España de Las Cuencas el 28/6/2015