Lo que yo les diga: este es un país de chiflados. Con la que está cayendo, casi ahogados en medio de la tempestad financiera, teniendo a la ciudadanía con el corazón en un puño, que si el euro desaparece, que si los bancos no tienen ni un duro –para sus clientes modestos, se entiende-, va el Congreso de los Diputados y celebra una sesión para debatir las contundentes medidas a adoptar con el fin de evitar que la población se pitorree de sus símbolos nacionales. Porque, como se ha puesto de moda abuchear y silbar el himno, a alguien se han entrado las prisas por cortar esto de raíz.
Tras un debate estúpido y una pérdida de tiempo considerable, sus señorías convinieron en rechazar la iniciativa y dejarla para ocasión más propicia. De locos. Supongo que los representantes de la prensa extranjera asistentes al acto, que alguno habría, estarán aún bajo los efectos del shock, frotándose los ojos e intentando asimilar la ceremonia de imbecilidad de la que fueron testigos. Los diputados españoles están tan preocupados por la situación de su país en Europa que echan unas cuantas horitas discutiendo sobre bobadas que nadie quiere aprobar. Y me voy a tomar un litro de calimocho, a ver si así pillo el sentido.
Porque, si extraño es que uno se abuchee a sí mismo, de aurora boreal es que te lo pretendan prohibir. Qué le vamos a hacer si 50.000 españoles se concentran en un estadio de fútbol a burlarse de su himno. Visto desde fuera, debe de resultar incomprensible, pero es que nosotros somos así. Y legislar contra la rareza es un despropósito. Mejor no menearlo y esperar a que venga un guiri que se le ocurra imitarnos: a ese le cae la del pulpo.
Es una lástima, pero parece que nadie se pregunta por qué estamos así, cómo es posible que tantos españoles no quieran serlo y que encontremos hasta simpático el bochornoso ultraje del himno y la bandera. Y uno se plantea que, posiblemente, España dé a sus súbditos pocos motivos para ser respetada. Es una cuestión de reciprocidad. Y visto como tenemos el panorama, los prohibidores deberían darse con un canto en los dientes si la cosa queda sólo en abucheos.
Publicado LNE 20/06/2012